Un contrato sobre Kristina
Aprovechando el mal tiempo para salir a pasear, decidí ir a visitar al tío Eulogio, el que está encerrado en un nosocomio, encadenado a un poste de luz y con el chaleco de fuerza puesto. –Hola tío, ¿Cómo está?– -Hola sobrino, bien dentro de lo mal, los enfermeros kirchneristas cada tanto me manguerean con agua…